Las apariciones de Pepe

miércoles, 27 de enero de 2010

Pepe murió hace dos semanas, pero todavía se sigue viendo su sombra rondar por estas casas. Mamá Teresita; nuestra abuela, ha dicho ante nosotros que su aparición se debe a que Pepe no puede descansar en paz y que no se resigna para nada en absoluto a que ha muerto. Nos da tristeza Pepe. Hemos creído a veces que su sombra no es otra cosa que una alucinación colectiva, ¿o acaso paremos esquizofrenia?, eso no lo sabemos todavía pero sabemos que Pepe nos trata de decir algo desde el plano dimensional en donde se encuentra. Nosotros lo queríamos mucho, lo suficiente como para lamentar su partida. Todavía recordamos el día que lo enterraron, llegó a nuestra ventana un pajarillo de esos que Pepe coleccionaba cuando él era muy niño. Uno de nosotros exclamó que era Pepe el que se hacía pasar por ese lindo pajarito y que nos había visitado; en ese instante el pajarillo se echo a volar despavorido; me acuerdo también cuando nos enteramos de su muerte: estamos en la cocina de Doña Glendy viendo como hervían los elotes a vapor. Todavía nos acordamos del instante en que Don Felipe nos aviso perplejo que Pepe se había suicidado en su recamara; a los quince minutos tocaron a la puerta estrepitosamente pero cuando Don Felipe abrió para ver quién era el que tocaba con tanta desmesura: no había nadie. En esos momentos creímos que Pepe se había despedido de nosotros. Don Felipe se llevó el susto de su vida, cayó en una terrible conmoción que hasta hoy no se ha podido recuperar de ese estado. Lo tuvieron que llevar a un psiquiatra pero no hubo ciencia que explicara su enajenación y sigue encerrado en el manicomio.
Ya han pasado quince días, desde que Pepe se murió y todos le lloramos desde de la escalera que da a su casa, viendo la ventana de su recamara en donde se quitó la vida.
Cada noche sin tregua todos nosotros creemos que vemos a Pepe: Mamá Teresita, Don Zacarías, el comisario, Ernesto el motociclista y su hermano Antonio el Mecánico han dicho y han afirmado muy seguros de sí mismos que lo han visto rondar por estas casas. Nosotros le creemos a la muchedumbre, y sabemos que Pepe no ha llegado a mejor vida.
Hoy por la mañana llegó un brujo a la casa de Pepe. Era un fiel amigo de la familia. Pero el brujo no venia solo, llevaba consigo muchas yerbas raras, especias, incienso, veladoras y dos pavo reales amarrados de las patas. Decía que iba a hacer un conjuro para que Pepe cruce adonde tenga que cruzar; sea el cielo o sea el infierno.
En uno de sus rituales raros, se detuvo para pronunciar unas palabras que se clavaron en mi mente y no salieron de ahí hasta que negocié una tregua con el sueño. El brujo musitó con estupor: Todos sabemos lo que Pepe hizo, lo sabemos bien, pero Pepe está arrepentido y no se puede hacer nada ya. Tenemos que ayudarle a descansar en paz. Yo sé que el dejo algo pendiente…
Cuando termino decir estas cosas, me levanté y alcé la mano para decirle:
-yo opino que dejó pendiente su cuerpo.

En ese instante escuchamos la voz de Pepe que recorría la habitación aledaña. El brujo se estremeció. Todos nosotros sonreímos.

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