Con la barbilla apoyada sobre los puños
Concentrado en la fogata
Observo detenidamente
Penetrándome en su fuego creciente
Con el frío invernal que me rodea
Y se intensifica
Trastornado por la fría noche y la cellisca
Observo fijamente el crujir tedioso de la leña
E interpreto su hervor agónico
Su denso martirio infatigable
Que se trasforma
En asfixiantes nubes de materia incinerara
y en negruzcos vestigios de flamante hoguera
Que me hacen evocar
Nítidamente
La ambigua
Sofocación de mis deseos
Que se queman igual
En aquella chimenea.
En la chimenea
domingo, 17 de enero de 2010
Publicado por José Antonio Iñiguez Narváez en 17:32
Etiquetas: José Antonio Iñiguez
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